miércoles, marzo 14, 2007

Mascarón de Proa

Hace algunos días alguien me pidio el ascenso de grumete a Mascarón de Proa, al principio me sonó pretencioso, pero pensando en ello empecé a verlo como un acto de osadia, de valentía extrema. Justo debajo del bauprés, mirando hacia el agua, lo unico que se ve es tu reflejo, si tienes suerte y la mar esta en calma, es más o menos nítido, pero la mayoría de las veces el mar nos devuelve una figura deformada de nosotros mismos.

Me hizo recordar la vez que estuve a punto de aceptar el regalo de convertirme en arcilla y pasar el resto de mi existencia delante del Espejo intentando modelarme como algo mejor.

Y me hizo reflexionar sobre lo mucho que me cuesta ahora ponerme ante el espejo y aguantar que me devuelva la mirada. Reprochandonme la falta de redaños para preguntar que es lo que me pide el cuerpo.

Por suerte un fuerte viento favorable hincha las velas y apenas me deja tiempo para sentirme culpable. Es momento de navegar de bolina y sentir las velas llenas de vida, pero se que este es un enfrentamiento que solo he aplazado, y que volverá a mi.

Merteuil va por ti, ascenso concedido.
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