martes, septiembre 11, 2007

Lanbroa

Sopla del este, y lo suyo sería largarlo todo y poner rumbo al atardecer, es lo que me pide el cuerpo y el corazón. Pero toca ir al norte.

Lo digo casi como si fuese un castigo. Vuelvo a casa, pero no me apetece.
Es final de verano, el viejo Reyno debe estar precioso. Los primeros ocres en la hojas de las hayas, los largos atardeceres de luz dorada y ese sol inmenso.

Y sin embargo no lo deseo, no me sale de dentro. Puede que tantos años en el mar hayan hecho que las raices, al quedarse sin sustrato, se desarraigasen demasiado. Puede también que volver al lugar donde uno tiene sus más hermosos recuerdos para encontrar sonrisas forzadas y alegrías marchitas inviten más bien nada a buscar sueños perdidos.

Pero aún quedan los enanos, llenando de magia los huecos oscuros que han ido apareciendo.

Al norte pues, habrá que buscar duendes detrás de cada tronco, porque ahí siguen, esperando.

5 Comments:

Blogger Luardid dijo...

Es curioso, Capitán, yo siempre sueño que vivo en el norte, en algún pueblo rodeado de árboles. Los edificios grises a veces me ahogan pero me quedo en Madrid por la gente. Ya sabe, nunca he sido una persona solitaria. Seguro que la vuelta a casa será maravillosa, te he enviado a alguno de mis duendes para que te acompañen

10:31 p. m.  
Blogger ESTRIGOIU dijo...

En el viejo reino siempre se convive con la mágia: una sombra fugaz entre los árboles; unas risas soterradas en lo recondito de una cueva; unos reflejos fugaces al fondo de un río encajonado; un chalado subiendo corriendo una montaña por la cuerda... :)

4:58 p. m.  
Blogger இலை Bohemia இலை dijo...

a mi me apetece ya el frío y el otoño... será que tengo las raíces a pie de tierra...

BSS

3:24 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Qué gusto regresar a tu diario, Capitán. Espero que ese nuevo rumbo te depare aventuras fabulosas.
Cuidado con las coordenadas: no te olvides de mi orgía.

Besos bacanalescos.

1:01 a. m.  
Blogger Diego Cobo dijo...

Gracias a esos enanos y duendes que, sabiendo que nuestro regreso es amargo, nos arrancan sonrisas a nuestra forzada vuelta. Poseo sangre norteña por parte de padre, así que le confesaré que aunque el viento sople bravo en mi rostro, siempre me es grato...

Saludos, mi Capitán.

12:56 a. m.  

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