miércoles, febrero 04, 2015

Aye aye, Sir

He pasado tanto tiempo navegando solo, que formar parte de una flota es una sensación curiosa. Es cierto que al principio da vértigo ponerse a las ordenes de alguien, tienes la sensación de ceder tu libertad y autonomía, para plegarte a la voluntad de otro, y es algo duro para un marino.
Pero todo cambia si tienes la fortuna de contar con un buen Almirante y confiar en su criterio.

Y yo cuento con ella.

Navegamos con todo el trapo largado, nos gobiernan la audacia y la sagacidad. Formar parte de la flota me obliga a navegar con una premura que roza casi la precipitación, pero ni quiero ni puedo perder su estela, nunca hubiese soñado con ver los mares a los que me han llevado, luchar las batallas que han elegido o realizar las proezas que me han tocado en suerte.

No dudo del marino que hay dentro de mí, pero tengo por seguro que hay empresas que uno no puede emprender en solitario, solo en compañía de grandes marinos.


Y aquí me tenéis, secándome la espuma de la barba y vociferando desde el puente para que todo funcione como un engranaje bien engrasado. La capitana ha largado más trapo y cambiado el rumbo, y debo ocupar mi puesto en la formación para que ningún flanco quede descubierto. Todos los cables están tensos como cuerdas de guitarra, los hombres, nerviosos, huelen la tensión en el aire con el aroma de la batalla. Y me sorprendo descubriendo que me fascina esta sensación, la sensación de que el mañana no existe y que lo más parecido es lo que con nuestros sueños moldeemos para nosotros y los nuestros.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.