domingo, marzo 15, 2009

El Dorado.

Tengo la vista nublada de tanto mirar las cartas. Se que está ahí, perdida en medio del océano, pero no aparece en ninguna parte.

No sabría calcular el tiempo que llevo estudiando estas cartas, sabiendo que la isla está. Debe haber algún error, cuanto más miro, más me desespero, más me obsesiono con los tesoros que cuentan los que una vez oyeron contar a un marino que compartió rol con el timonel del barco que llevó la caja.

No me cabe duda de que el tesoro debe ser fabuloso, pero lo que siento está ya más alla de todo eso. Es el ansia de la búsqueda, la visión del cazador, el que sabe que hasta que no derribe a su presa no podrá descansar tranquilo.

La obsesión llega tan lejos que, a veces, estando en cubierta, siento que lo que busco está tras esas leves nubes, o quizás en esa fina línea que se dbuja en el horizonte por poniente, o me lleva a coger el catalejo y subirme a la cofa de mayor a otear durante horas, descuidando mis labores de Capitán, por el ansia de ser el primero en descubrirla.

En los últimos días me ha asaltado la duda de si mis cartas serán correctas, de si una cruel broma del destino no habrá hecho que las mías, justo las mías, no incluyan los datos de deriva para calcular con precisión la posición de la isla. Presiento que para alcanzar el tesoro voy a tener que prescindir de las cartas y dejarme llevar por otra clase de brújulas.

Pero lo que más me inquieta es el sonido que suena en mi cabeza cada noche, cuando en la soledad del camarote intento conciliar el sueño. Es como si del otro lado del casco, la isla susurrase en mi oido mi nombre, y me llamase, haciendome propietario de todos sus encantos y tesoros, desafiandome a buscar con más ahinco, solícita e incitante. Es en esos momentos cuando me veo levantandome del coy y lanzandome a la carrera contra el casco para atravesarlo y abrazar mi isla.

Solo espero que el calor del trópico no esté volviendome loco o que, si los hados lo permiten, el grito del vigia nos salude con el deseado "Tierraaaaaaaaaa" cualquiera de estas mañanas.

2 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

A veces buscar sólo nos lleva a la desesperación. Mejor seguir caminando, continuar con la navegación y dejar que el barco vaya reposando en pequeñas calas que sigan alimentando los sueños.

Un abrazo, capitán

5:57 p. m.  
Blogger Amhailt dijo...

Claro Crispi, pero para fondear en esas calas hay que tener algo de paz, y no llevar el caos que tengo en la cabezota, a mi ahora me da igual una calita del Adriatico que en medio de Amsterdam, si llevo una banda de gospel cantandome en la cabeza.

Pero vamos, algun dia os haré caso :-P

Un beso

6:36 p. m.  

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