domingo, febrero 22, 2015

Sol de invierno

Conozco  pocas cosas que hundan más al hombre en la desesperanza y la nostalgia que la fría oscuridad de la bruma de invierno. Por eso, cuando en cubierta luce el sol de invierno se te alegra el alma, te agarras a ese calor como a un cabo en la tempestad, olvidando a veces que el sol de invierno dura poco, dejándote el alma desnuda y  de nuevo a merced del frío.

En esos casos más vale correr a buscar abrigo, antes de que se te hiele el aliento.

Ahora, arropado desde el puente, no puedo sino recordar con una sonrisa ese Sol de invierno, por recordarme la sensación del calor en los huesos, y brindar por su recuerdo.

Doy una calada larga a la pipa y fijo la vista en el horizonte, sabiendo que pronto, muy pronto, habrá llegado la primavera. 
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