Alegorias

A veces se me tuerce, pérfida, la sonrisa cuando oigo decir que hay luz al final del tunel.

Creo que dentro del tunel la única certeza es el propio tunel. No digo que haya que perder la esperanza o enterrar los sueños, esos nos ayudan a seguir cuerdos. Pero creo que en esas circustancias es apropiado saber aprender a navegar de oido. Saber que aunque casi seguro saldremos de esta, es también posible que nos convirtamos en habitantes del tunel, y que en ese caso, lo mejor es ser topo.

Por suerte sigo siendo albatros, volando a la brillante luz del sol del Mediterraneo, y mientras reflexiono sobre esto, me doy cuenta de que también hay que ser consciente de que ahora, la únicas certezas, son la inmensidad del cielo y la fuerza del viento.

Se desliza suavemente bajo el casco. El viento, gentil, ensancha las velas y el aroma a mar inunda mis pulmones.

No se puede hacer balance, no hay Sirena o calamares gigantes, tampoco corsarios o islas del tesoro. Solo callo en las manos, salitre en el pelo, moreno en el rostro y luz en el alma.

Bendición y maldición de marino, no tener más nudos que los de las escotas.